Polinizar las buenas prácticas
La prioridad dentro de mi quehacer es colocar en el centro, la agenda de los derechos humanos y a partir de ahi, localizar, crear y emplear estrategías y metodologías colaborativas y horizontales, para que tanto la experiencia, como el resultado de los procesos, sean consecuencia de las buenas prácticas en el arte, la cultura y la educación.
Cuando abordamos el arte desde el terreno de lo sensible y con un enfoque humanista, este, promueve el bienestar de las personas y las sociedades a través de la transmisión de saberes, los ejercicios personales y colectivos de futuros posibles, así como la participación activa y consciente de las personas en la vida política y comunitaria.
Estoy convencida de que el camino es colectivo, aunque no vayamos juntas o iguales. Por eso mi propósito es lograr una práctica sensible y humanizada al escribir, bailar, dibujar, al dar clases, al crear y producir obra, al gestionar recursos, al construir redes de colaboración, al dialogar, al relacionarme con otras personas y sistemas.
La experiencia me ha mostrado que la labor está en la práctica cotidiana -disciplina, paciencia, empatía, respeto y compasión- y en compartir los hallazgos, para que todas y todos seamos agentes activos de las transformaciones. Tal vez por eso me gusta pensar que como los colibríes, soy una polinizadora, un ser que participa en el proceso de transferencia, para que la vida florezca para todas, todos y todes.